La fachada de un viejo edificio de la calle de Donceles se convirtió en la locación perfecta de una de las películas más impactantes de Arturo Ripstein.
El Castillo de la Pureza: el edificio real en el Centro Histórico
La emblemática película de Arturo Ripstein, El Castillo de la Pureza, tiene una conexión especial con el Centro Histórico de la Ciudad de México, donde una antigua fachada de la calle de Donceles sirvió como locación clave. Este edificio, ahora un sitio de interés cinematográfico, aporta autenticidad y simbolismo a la impactante historia de encierro y control que la película narra. Con una ambientación que potencia la atmósfera inquietante de la trama, la locación en Donceles se convierte en un personaje adicional, acentuando la crudeza y el misterio de esta obra maestra del cine mexicano.
Un escenario lleno de historia y simbolismo
El edificio de Donceles no solo es relevante por su papel en El Castillo de la Pureza, sino también por su rica historia y su arquitectura que recuerda épocas pasadas del Centro Histórico. Ripstein logró que la deteriorada fachada reflejara la opresión y el aislamiento que viven los personajes, creando un paralelismo visual entre el estado del inmueble y la narrativa de la película. Así, la locación no es únicamente un escenario, sino una extensión simbólica de la trama, permitiendo que los espectadores se adentren en un ambiente de claustrofobia y tensión psicológica.
“La locación en Donceles da vida a la opresiva atmósfera de El Castillo de la Pureza.”
El legado cultural de El Castillo de la Pureza en la calle Donceles
La elección de esta locación en la calle Donceles refleja el compromiso de Ripstein por crear una experiencia visual inmersiva y representa una conexión entre el cine y los espacios urbanos de la Ciudad de México. Hoy en día, el edificio se ha convertido en un punto de interés para los amantes del cine mexicano que desean ver de cerca la locación de una de las películas más perturbadoras del país. Esta emblemática obra sigue siendo un recordatorio del talento de Ripstein y su habilidad para transformar un lugar en un elemento esencial de la narrativa, integrando al Centro Histórico en la memoria colectiva del cine nacional.